Hoy me adentro en un asunto que levanta ampollas -sobre todo entre tus posibles clientes- y es que donde parece que todo el mundo intenta agradar a todos, hay una verdad que pocos se atreven a aceptar: tu negocio no puede (ni debe) ser para todo el mundo.
Y tú, como profesional o emprendedor, tampoco.
Construye una marca personal sólida centrándote en el valor que solo tú puedes aportar
Este artículo nace después de una charla informal con uno de mis clientes tras una de esas reseñas injustas que de vez en cuando todos sufrimos. Y me he permitido recordarle que cada persona, cada cliente potencial, cada audiencia… tiene una percepción distinta, necesidades diferentes, formas únicas de entender el valor. Y eso está bien. Porque si intentas gustar a todos, corres el riesgo de diluir tu mensaje, rebajar tu propuesta y competir por precio. Es decir, competir mal.
El camino inteligente no es ser genérico, sino ser relevante.
¿Y cómo lo logras?
Centrándote en tu valor añadido.
Eso que te hace único.
Esa forma especial de trabajar, de comunicar, de atender, de resolver.
Ese punto exacto donde se cruzan tus fortalezas con las verdaderas necesidades de un grupo de personas concreto.
Cuando entiendes esto, ocurre algo mágico:
Puedes incrementar tu ticket medio, porque tu cliente ideal está dispuesto a pagar más por un servicio que realmente entiende, valora y siente que es para él.
Puedes mejorar la calidad de tu servicio, porque dejas de desgastarte con clientes que no te valoran o que esperan algo que tú no puedes ni quieres ofrecer.
Y puedes disfrutar más de tu negocio, porque dejas de vivir en la ansiedad de tener que convencer a todo el mundo.
Ser selectivo no es excluir. Es enfocarte.
Y enfocarte es, en el fondo, una forma de respeto:
A ti mismo, porque no te obligas a deformarte para encajar.
A tus clientes ideales, porque les hablas claro, sin adornos ni promesas vacías.
Y al mercado, porque contribuyes con autenticidad y no con más de lo mismo.
Así que no lo olvides:
No puedes ser para todo el mundo.
Y eso no es una debilidad.
Es tu estrategia más poderosa.
¿Y tú, estás listo para dejar de gustar a todo el mundo?
Construir una marca personal auténtica implica tomar decisiones, marcar límites y centrarte en quienes realmente valoran lo que ofreces.
No se trata de atraer a más personas, sino de atraer a las adecuadas.


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